EconomíaPublicacionesPOGROMO CONTRA EL CONSTITUCIONALISMO

marzo 28, 2019

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Domingo, 10.03.19

El secuestro del 8M anuncia una campaña sin escrúpulos del sanchismo

LA imagen de esas mujeres detrás de la pancarta es lo que quería Pedro Sánchez. Quería mucha imagen para la campaña y la tendrá. Aunque quizás no todas le sean útiles para prolongar su cabalgada sobre el tigre enloquecido. Hay imágenes que le servirán. Pero otras son un regalo para la campaña de los partidos constitucionalistas. La inmensa mayoría de las mujeres de España no se identifica con el alarde de zafiedad y mentiras, exageraciones, histeria, agresión, insulto y desprecio al prójimo. Hay imágenes nauseabundas que generarán mucho rechazo. El Día de la Mujer Trabajadora fue secuestrado de antemano por una apuesta totalitaria y su manifiesto lo dejaba claro. Hicieron bien en no ir quienes no fueron e hicieron el ridículo quienes pretendían que iban a un acto en defensa de la igualdad de derechos. Porque acudieron a la apertura de la campaña del Gobierno contra la España constitucional.
Las manifestaciones comenzaron ya con insultos y se degradaron en el delirio hasta convertirse en el gran amago de un pogromo contra la oposición constitucionalista. «¡Abajo el fascismo, arriba el feminismo! ¡Frente a Colón somos legión! ¡Dónde están, no se ven, las banderas del PP». Allí estaba Carmen Calvo, vicepresidenta del Gobierno del Reino de España, gritando «abajo el fascismo» en coro con otras señoras de mediana edad. Allí estaban la básica Adriana Lastra y otras en griterío adolescente tan zafio y romo como el de las bandas agresivas de extremistas en marchas con insultos, agresiones verbales y algunos ataques a sedes de partidos como masivas intimidaciones a discrepantes. Destacaba junto a la vicepresidenta una rubia grandullona que saltaba, gritaba y palmoteaba más que el resto. Fue identificada como la señora Begoña Gómez de Sánchez, la del Falcón y los palacetes, la aprendiz de reina, la de los viajes impertinentes e inexplicables, la de la nómina secreta en el Instituto de Empresa –qué vergüenza, señores–, la de las dietas y facturas secretas. ¡Abajo el fascismo!, gritaba. Sonaba a ¡Yo me quedo! ¡Fascismo, fascismo!
Esta desvergonzada operación con el uso y abuso de todos los medios del poder convertía el 8M en la respuesta a la manifestación de Colón. Y se hizo. Es el comienzo de una campaña para acosar a «las derechas» como «fascistas». Dirigida desde Moncloa con la implicación masiva de todo el «Frente Popular» con comunistas, separatistas y demás fuerzas enemigas de la monarquía y la democracia y la unidad nacional. Contará con todo el aparato mediático y propagandístico en manos de la izquierda. Esto acaba de empezar. Con terminología propia de la guerra civil para plantear las elecciones de abril como la revancha de la Batalla del Ebro. Nadie excluya que haya violencia y no solo en Cataluña. Porque el poder ha descalificado a la oposición hasta criminalizarla y las huestes izquierdistas más descerebradas están desinhibidas por ese «macarrismo gubernamental». Y sin embargo, puede que toda esta peligrosa y odiosa operación les salga mal a Sánchez y las chicas de la pancarta.

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