Por HERMANN TERTSCH
ABC Martes, 18.12.18
El votante deserta de la izquierda en busca de sentido común
LOS partidos socialdemócratas europeos sufren una crisis existencial y muchos están ya muy cerca de seguir al histórico PSI italiano a la desaparición o al PSF francés a la quiebra y la agonía. Los militantes se les mueren o desertan como multitudes de votantes en Francia o Austria, en Alemania, Suecia u Holanda, que abandonan el hogar socialdemócrata para buscar protección y mejor representación en partidos de la derecha nacional. Doble espanto para las cúpulas de la izquierda europea. Se les van los votantes, pero además se van a las filas de su peor enemigo, objeto de todos sus insultos y diatribas. Pretenden los socialdemócratas que ese ciudadano honrado que les votaba a ellos se convierte de repente en un monstruoso nazi o fascista al que hay que combatir y marginar. Pero ya no cuela.
En España estamos al comienzo de este proceso. Aunque puede que sea rápido. Las declaraciones de socialistas como Emiliano García-Page o Javier Lambán en defensa de la ilegalización de organizaciones que tengan como objetivo destruir Constitución, Estado y Nación revelan esa añoranza de sentido común. La que lleva al votante socialista a abandonar partidos secuestrados por el izquierdismo y buscar sentido común y representación real en partidos de la derecha nacional. Aun procede de la izquierda solo el 15 por ciento de los votos que llevaron al espectacular éxito del partido Vox. Aún no hay grandes bastiones del socialismo que pasan a ser graneros de voto derechista y nacional. Pero es previsible que pase. Porque estamos ante una crisis de representación. El socialismo representa cada vez menos al ciudadano trabajador y a las clases medias. Toda la izquierda responde ya a intereses de elites académicas y mediáticas y grupos de presión de minorías radicales. Ajenas a las preocupaciones del ciudadano europeo, al que no defienden ni representan. Al que adoctrinan, disciplinan e imponen hábitos de pensamiento y conducta. Y regañan. Ya saben, cazador vótame que la caza es de casposos y yo te la prohibiré.
Así las cosas, es realmente extraordinario el caso de Thilo Sarrazin, un prohombre de la socialdemocracia de Berlín, al que el SPD intenta expulsar desde hace una década, sin éxito. Intelectual, escritor de superventas, gran comunicador y también hombre de empresa, fue jefe de la Hacienda de la ciudad de Berlín y miembro de la Junta directiva del Bundesbank. Cuando más falta hacen al SPD gente así, le vuelven a intentar echar –¡Facha, vete!–. Pues nada. No se deja. Ya lo intentaron en 2010 y en 2011. Dicen que sus libros perjudican al prestigio del SPD. Como si el SPD se hundiera porque Sarrazin venda libros a millones. El afectado está muy tranquilo. «Yo sé que no he vulnerado ningún principio socialdemócrata con este libro, como tampoco con los anteriores». Sus libros van desde una dura crítica a la forma de concebirse e imponerse el euro a la guerra de la corrección política contra la nación alemana, «La abolición de Alemania por sí misma», la obsesión por el disciplinamiento social con «El terror moral» y, por supuesto, la amenaza de la inmigración ilegal y el islam, causa del nuevo expediente de expulsión del SPD que se titula «Ocupación enemiga». Sarrazin tiene razón en que su defensa de la nación, de la legalidad, de las fronteras, de los derechos de los contribuyentes frente a la cultura del abuso y la inmigración ilegal son principios que defendió siempre la socialdemocracia. Y es que la mayoría de los legendarios líderes socialdemócratas desde Schumacher, Kreisky, Brandt o Schmidt, hoy serían candidatos a la expulsión como Sarrazin. O se habrían ido ya en busca de sentido común. Pero Thilo Sarrazin sigue ahí como gran denuncia viviente del delirio que destruye la izquierda europea.
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diciembre 18, 20180