EconomíaPublicacionesEL FIN DEL MIEDO

febrero 22, 2019

Por HERMANN TERTSCH
ABC  Domingo, 10.02.19

Tienen pánico porque ya no intimida al español con llamarle fascista

DECÍA ayer Pedro Sánchez que los españoles que se concentran hoy en el corazón de Madrid son radicales que «quieren una España en blanco y negro que solo propone volver atrás». Una mayoría de los medios, en las simas de inmoralidad del propio Sánchez, anunciaban una terrible concentración de derecha, ultraderecha y nazis violentos. Defensores de la siniestra alianza del Frente Popular que busca un cambio de régimen con la voladura de la Constitución, la Monarquía y la unidad de España, llevan dos días mintiendo como nunca. Y eso es mucho decir.
La gran falsedad es la pretensión de que el gobierno de Sánchez ha roto las negociaciones secretas con la Generalidad golpista. Las mantiene desde hace meses para imponer a los españoles hechos consumados que acaben irreversiblemente con la soberanía española. No es un acuerdo de presupuestos. Es un pacto para gobernar más allá y cumplir sus sueños de continuidad y los del separatismo para una consulta vinculante y el indulto de la cúpula golpista ahora juzgada. La segunda mentira abunda en que hoy se dan cita las fuerzas antidemocráticas. Cuando saben que se trata de exigir que Sánchez demuestre o simule al menos un ápice de dignidad, vergüenza y honradez y convoque de inmediato las elecciones que prometió. Para que la sociedad española se pueda defender de la cobarde agresión por parte una conspiración golpista que ya no está en Barcelona.
Para que alguien de la catadura y calidad de Sánchez pudiera montar esta operación contra España tenían que concurrir muchos factores. Los principales son políticos y culturales. Desde hace 40 años los españoles viven inmersos en un discurso que explica España como una realidad anquilosada y lamentable que devino en fatalidad y que por el bien de todos y en aras del progreso hay que desmantelar. A nadie se lo han dicho exactamente así en el colegio, ni en las televisiones, libros, películas, colegios, universidades ni en los mítines de los partidos, pero ningún otro mensaje se ha escuchado con tanta fuerza y tan obsesiva intensidad. Hasta convertir cualquier alternativa a ese discurso en pensamiento fascista, criminal y detestable. Se ha identificado a la nación española con la dictadura para generar desafección, ampliarla a toda la larga historia de España y convertir en canon una Leyenda Negra que legitimara a todos enemigo de la Nación española. Para ello se ha faltado a la verdad, masiva y obscenamente y ocultado algunas de las más brillantes páginas de la historia de la Humanidad. Se hizo sin escrúpulo, sin reparar en medios y, sobre todo, sin resistencia. Porque la cobardía, lo llamaban prudencia, recomendaba no significarse en la defensa de España. Para no ser tachado de franquista o fascista, lo que equivalía a la muerte civil. El problema de Sánchez, de los golpistas y sus cómplices, es el fin del miedo. Para ser libre en España había que perder el miedo a ser tachado de franquista o fascista. Y eso está pasando. Por eso están en pánico.

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